martes, 12 de agosto de 2008

UNO. EL JARDÍN

- Doctor, estoy curada.
- No me llames doctor. Y eso ya lo veremos.
- Pero doctor... perdón, señor, es que ya me siento bien. No tengo ganas de entrar otra vez en esa historia.
- Las pruebas lo dirán. Uno no sale tan sencillamente de ese mundo. La gente recae y tú podrías hacerlo.
- ¿porqué no confía en lo que le estoy diciendo? ¿es que no vale nada mi palabra? Ya comprendí hace tiempo que para salir de aquí tenía que curarme, no mentir.
- ¿Y quién dice ahora que no mientes? Ya lo hiciste una vez, te dejaron marchar y tuvieron que traerte de vuelta. Esta vez te harán una prueba, eso bastará.
- Haganme las pruebas que quieran. Reconozco la relación enfermiza que tenía, lo enganchada que estaba. Aunque me ha costado un tiempo, lo he superado.
- Si te dejaramos a solas en una habitación con ella, ¿qué harías?. Volverle la espalda no es una respuesta.
- No. Me enfrentaría a esa situación con normalidad porque ya no tiene ningún efecto sobre mí, estoy mejor sin ella y así quiero seguir... ¿es la respuesta correcta?
- Muy bien, lo es. De todas formas para asegurarnos seguirás aquí un tiempo, reflexionando.
- Me aburro en el sanatorio. Doctor, no quiero estar aquí.
-Aunque mi opinión no valga mucho, sigo pensando que deberías quedarte.
- ¿Y porqué su opinión no va a valer mucho? Usted me ha ayudado tanto desde que llegué doctor.
- Es posible... pero por última vez..., no soy doctor- le dijo el árbol del jardín.

No hay comentarios: